sábado, febrero 23

La moneda tiene dos caras

Miguel batista ( el poeta ) ESPN - blog

Arizona -- Cuando hablamos de leyendas, hechos y testimonios, siempre escuchamos comparaciones y alusiones sobre que "una moneda tiene siempre dos caras", pero cuantos de nosotros hemos tenido la fortuna de ser testigos de la otra cara de las muchas cosas en la vida, las cuales llaman nuestra atención; esta semana les contaré varios sucesos, sobre uno de los momentos más emotivos y a la vez más difíciles en la vida de los jugadores, los entrenamientos de primavera.

"No hay nada más excitante que el olor de la hierba recién cortada, el crujir de la madera de los bates al chocar contra la pelota y el estruendoso sonido de la bola al cruzar la distancia como un pequeño relámpago blanco que truena entre las pieles de los guantines de los jugadores, cuyas caras sonrientes nos aseguran que ha vuelto la primavera.", así empezaba la presentación del segmento deportivo, un periodista en la televisión, pero ¿son en verdad los campos de entrenamiento un cielo de felicidad como nos profetizan? He aquí algunas anécdotas, las cuales pondrán en sus manos un mundo de realidades que no muestra la televisión.

"¡¿Pero que estás haciendo, tú estas loco?!" comenzó diciéndole un ex jugador de Grandes Ligas a su hijo, quien también había jugado en las Mayores por los últimos quince años.
"¿Como es eso de que ya no quieres jugar mas? Te están ofreciendo millones de dólares ¿y no quieres?".

-"El dinero ya no me interesa papá".

-"Pero si puedes ganarte en una temporada lo que yo no me gané en toda la vida".

-"Si lo se, pero como te dije, el dinero ya no me interesa, tengo lo suficiente para vivir mi vida y
además hay cosas que me importan más".

El padre fustrado por la respuesta de su hijo, entrecruzó los brazos delante de su pecho y le preguntó "¿que puede ser más importante que ganarte diez millones de dólares en un año?" El hijo se acercó a su padre y poniéndole la mano en el hombro le respondió, "el amor de mi hija. Cuando yo era pequeño y tú jugabas en Grandes Ligas, era un honor para mi verte jugar por televisión, pero durante la primavera y en especial en las mañanas, no había un dolor más grande para mi que el verte partir, saber que yo volvería a ser el hijo de nadie; aquel que siempre lo llevaba y lo traía de la escuela el chofer, aquel que parecía no tener papá; yo se que no era tu culpa, pues tenías que trabajar, pero cada vez que yo miraba a la hora de la salida como a mis amigos los esperaban afuera sus padres y luego de abrazarlos y besarlos los llevaban a casa, me daba una pena tan grande. El año pasado cuando me iba a los campos de entrenamiento vi ese mismo dolor en los ojos de mi hija y sentí que se me rompía el corazón.
Se que hay cosas en la vida que el dinero no puede comprar, pero también hay dolores que ni el tiempo puede curar, solo nos mengua el sufrimiento. Yo se lo difícil que es ser el hijo de un jugador de béisbol, pues lo viví contigo y no quiero que mi hija pase por lo mismo que yo, sin necesidad.

En una ocasión, me contaron, que una madre mirando a su hijo ver las noticias de deportes frente al televisor, notó en sus ojos como una gran nostalgia consumía su corazón, le acarició los cabellos y le dijo "¿Por qué no tratas de volver a jugar?", el ex jugador miraba como sus ex compañeros sonreían libremente mientras practicaban, "vamos inténtalo de nuevo, si no logras quedarte en el equipo que importa. El béisbol lo llevas en tu sangre, lo haz jugado toda tu vida y aún estás joven".

-"Mamá hace casi tres años que me retiré de esto".

-"Eso no importa" le respondió ella, dándole un beso en la cabeza "aún eres un gran jugador, y fuiste una súper estrella, trata de nuevo, hazlo por mi, sabes que estoy muy enferma y puede ser que no me quede mucho de vida." La madre hizo una pequeña pausa y terminó diciendo, "me gustaría volver a ver a mi hijo jugar, como en mis viejos tiempos, verte contento como cuando recorrías las bases, después de conectar un imparable".

Cuenta la historia que él jugó ese año en la Liga de Invierno de su país y en la temporada siguiente fue a jugar a Corea, luego, al año, después de tener una excelente campaña en la liga invernal, fue invitado a los campos de entrenamiento por un equipo de la Liga Americana, dos meses después sus compañeros lo vieron llorar, al llamar a su madre por teléfono y decirle que lo habían dejado en el equipo como jugador de banco. Ese mismo invierno la madre murió de cáncer en la garganta.

Como pueden ver hay relatos sobre nuestros jugadores que se escapan a los oídos del mundo, crónicas llenas de amor y lágrimas, como la de un ex-compañero, quien después de haber colocado todas sus pertenencias en su camioneta y notar como su esposa y su hijo sollozaban al verlo partir hacia los campos de entrenamiento, a tan sólo dos cuadras de distancia de su casa, se dio vuelta, se desmontó del vehículo y tocó a la puerta, su esposa sorprendida lo miró a los ojos y al verlo sonreír tristemente comprendió que había muerto el jugador, nacía el padre y el esposo, ella, lanzándose sobre su pecho, comenzó a llorar.

Y la más conmovedora de todas las historias de nuestros compañeros la escuchamos hace muy poco; siempre nos habíamos preguntado desde hace mucho tiempo por que un compañero latino se había retirado en el momento cúspide de su carrera, no fue sino hasta años después que nos enteramos cual había sido el gran motivo para su temprano retiro; según nos contó un cercano amigo, nuestro ex-compañero decidió dejar el béisbol y toda su gloria para poder cuidar a su madre, quien padecía de un cáncer terminal.

Esta es sólo una parte de esa otra cara que escondemos los seres humanos, lo que nos inspira, lo que nos mueve, ese sentir o pensar que sale a flote en determinadas circunstancias y por eso hacemos cosas que ni nosotros mismos imaginamos, porque detrás de cada uniforme hay un hombre, un padre, un hijo, un esposo, que muchos de nosotros, nunca llegamos a conocer.
Dijo una vez el poeta de Quisqueya "llega el momento en la vida del hombre donde uno tiene que poner en la balanza las prioridades de su vida y darse cuenta si en verdad la sangre pesa más que el agua".

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